La afinidad
electrónica es la cantidad de energía absorbida por un átomo aislado en fase gaseosa para formar un ión con una carga
eléctrica de -1. Si la energía no es absorbida, sino
liberada en el proceso, la afinidad electrónica tendrá, en consecuencia, valor
negativo tal y como sucede para la mayoría de los elementos
químicos; en la medida en que la tendencia a adquirir electrones adicionales sea mayor, tanto más negativa será la afinidad
electrónica. De este modo, el flúor es el elemento que con mayor facilidad adquiere un electrón
adicional, mientras que el mercurio es el que
menos.
Aunque la afinidad
electrónica parece variar de forma caótica y desordenada a lo largo de la tabla
periódica, se pueden apreciar patrones. Los no metales tienen afinidades electrónicas más bajas que los metales, exceptuando los gases nobles que presentan valores positivos por su estabilidad química, ya que
la afinidad electrónica está influida por la regla del
octeto.
Los elementos
del grupo 1, tienden a ganar un
electrón y formar aniones -1, completando el subnivel s, mientras que los elementos
del grupo 2, que ya lo tienen
completo, no presentan esa tendencia.
Análogamente sucede en el bloque p, donde
las afinidades electrónicas se van haciendo más negativas a medida que nos
acercamos a los gases nobles.
Análogamente sucede
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